He pasado muchos días tristes, grises. Marzo ha sido un mes difícil, como enero, febrero y hasta los últimos días del casi olvidado diciembre.
Hasta ahora entiendo con certeza a qué se debe esa angustia que no logro aplacar, aunque intuyo que tienen una explicación en tu prolongada ausencia. ¡Varo, cómo te extraño!
Ni siquiera escucharte tantas veces hablar por teléfono me llena el alma. Muero de ganas por verte, apachurrarte, mirarte cuando duermes o cuando terminas dominado por tus detestables diablos azules. Quiero estar otra vez allí a tu lado, babeando al escucharte hablar con tu dejo piuranísimo…
Lo que más me ha impresionado en todos este tiempo distanciados, es saber que también me extrañas tanto como yo. Me partes el alma cuando me pides que vaya pronto, porque no tienes con quién jugar. Y, de paso, te compro las figuritas para el álbum de Dragon Ball Z que mamá se niega a comprar.
Mono de mi alma, te extraño muchísimo. No hay día en el que no dejé de pensar en ti. Y que bueno que juntos inventamos un juego para divertirnos parlando por el celular. Al igual que tú, yo también disfruto jugando al Cuy Mágico, cada tarde después del colegio.
No sé si hablaré igual que el gordote y peludo personaje, pero me encanta saber que la pasamos bien, inventando juegos divertidos.
Me encantó el otro día ver el Hombre Araña en simultáneo, comentando las partes más impactantes por teléfono y, en unos días, espero que vayamos al cine para ver Monstruos vs. aliens o la película que tú quieras.
Como te dije el domingo, estaré en Piura en abril. No mañana 1, sino el 9, aprovechando el fin de semana. Se que aun faltan algunos días, pero vamos, no te desesperes que pronto estemos juntos.
Por ahora la paso bien, pensando en que pronto llegará nuestro reencuentro, para entre otras cosas, jugar y jugar…Solo espero que esta vez no te piques si es que yo gano.
Si estoy triste o “con la galleta baja”, me vacilo con tus ocurrencias. No paro de reír recordando tu inaudita respuesta cuando te anuncié que a las 6 de la tarde del domingo jugaba Perú con Chile. “¿Y a quién le importa?”, respondiste con total autoridad. Parecías un viejo curtido con tanta derrota…
Si pues hijo, tenías toda la razón del mundo, no valía la pena perder el tiempo, viendo un partido tan humillante.
Te llamo en la tarde para saber como te fue y, claro, que hoy también jugaremos al Cuy Mágico, a quien pronto tendrás muy cerca.
Te amo Mono.
Hasta ahora entiendo con certeza a qué se debe esa angustia que no logro aplacar, aunque intuyo que tienen una explicación en tu prolongada ausencia. ¡Varo, cómo te extraño!
Ni siquiera escucharte tantas veces hablar por teléfono me llena el alma. Muero de ganas por verte, apachurrarte, mirarte cuando duermes o cuando terminas dominado por tus detestables diablos azules. Quiero estar otra vez allí a tu lado, babeando al escucharte hablar con tu dejo piuranísimo…
Lo que más me ha impresionado en todos este tiempo distanciados, es saber que también me extrañas tanto como yo. Me partes el alma cuando me pides que vaya pronto, porque no tienes con quién jugar. Y, de paso, te compro las figuritas para el álbum de Dragon Ball Z que mamá se niega a comprar.
Mono de mi alma, te extraño muchísimo. No hay día en el que no dejé de pensar en ti. Y que bueno que juntos inventamos un juego para divertirnos parlando por el celular. Al igual que tú, yo también disfruto jugando al Cuy Mágico, cada tarde después del colegio.
No sé si hablaré igual que el gordote y peludo personaje, pero me encanta saber que la pasamos bien, inventando juegos divertidos.
Me encantó el otro día ver el Hombre Araña en simultáneo, comentando las partes más impactantes por teléfono y, en unos días, espero que vayamos al cine para ver Monstruos vs. aliens o la película que tú quieras.
Como te dije el domingo, estaré en Piura en abril. No mañana 1, sino el 9, aprovechando el fin de semana. Se que aun faltan algunos días, pero vamos, no te desesperes que pronto estemos juntos.
Por ahora la paso bien, pensando en que pronto llegará nuestro reencuentro, para entre otras cosas, jugar y jugar…Solo espero que esta vez no te piques si es que yo gano.
Si estoy triste o “con la galleta baja”, me vacilo con tus ocurrencias. No paro de reír recordando tu inaudita respuesta cuando te anuncié que a las 6 de la tarde del domingo jugaba Perú con Chile. “¿Y a quién le importa?”, respondiste con total autoridad. Parecías un viejo curtido con tanta derrota…
Si pues hijo, tenías toda la razón del mundo, no valía la pena perder el tiempo, viendo un partido tan humillante.
Te llamo en la tarde para saber como te fue y, claro, que hoy también jugaremos al Cuy Mágico, a quien pronto tendrás muy cerca.
Te amo Mono.