jueves, 21 de junio de 2007

¿Conoces a Vicentino?

Sólo sé que tiene la nariz amarilla, luce short a rallas y ama la vida en el mar. Lo he buscado con urgencia. Álvaro quiere visitarlo, conocer a sus papás y jugar con él en la nieve, aun cuando anda comiéndose los mocos por ese bendito resfrío que no lo deja en paz. Según me cuenta es un pingüino super juguetón que conoció en el colegio, a través de un cuento que les contó la miss.
¿Otra vez me ponen en jaque? La verdad que de ese cuento nunca supe en mi chiquititud. ¿Será que estoy desfasado?, pensé sin saber qué hacer para salir de esta… Cuando menos imaginé me cayó la primera pregunta. ¿Papá, dónde vive Vicentino? Sí es un pingüino no debe ser tan difícil tejer una historia, calculé, antes de entrar en su mundo e iniciar una aventura con aquel desconocido personaje.
Empecemos…A Vicentino le deben de gustar mucho los peces como a ti. Sí claro, seguí con aires de sabio, aun cuando estaba abrumado por el hecho de no saber de dónde más cogerme para no quedar como ignorante. Vicentino me sonaba a un personaje de historia universal, pero más nada…Hubiera querido ser interrogado por Los tres chanchitos El patito feo o uno de esos que me sé de memoria, para lucirme. Del Soldadito de plomo, no, porque ni me acuerdo…
Al verme arrinconado puse punto final al asunto (al menos por esa tarde), resolviendo las tareas con seriedad y mucho rigor, para que el retaco pingüino no volviera a la escena. Luego a pegar figuras de Spider man y para terminar la tarde: Bueno, bueno. Me tengo que ir, mañana seguimos conversando sobre Vicentino, dije pensando en encontrar la respuesta en mí erudito círculo de amigos.

La búsqueda
Mientras yo buscaba saciar mi hambre (de conocimiento, aclaro), Álvaro hablaba con un dibujo de Vicentino, lo sentaba en la mesa a la hora de comer y hasta le decía buenas noches cuando se acostaba a dormir con él.
Ni los que se alucinan teens (a pesar que ya pintan canas), supieron darme razón de Vicentino, así que opté por cortar el problema por la raíz. Enfrentar a la miss y decirle que ponga al descubierto a aquel REVOLUCIONARIO que intenta dejarme chiquito ante mi cachorro.
Llegué escudándome en un pedido de Álvaro. ¡Miss no sabe. Álvaro está loco con Vicentino!, me mandé, esperando que la profesora suelte su rollo y así fue. Cuando menos pensé tenía toda la información necesaria, aquel pingüino que raya entre la chibolada, forma parte de los nuevos personajes de unos cuentos inéditos que despiertan en el mundo de la lectura a los niños menores de siete años. Y claro empecé a recordar a Coco el cocodrilo, aquel con el que Álvaro me sorprendió, cuando me preguntó dónde quedaba el río Nilo. Estaba obsesionado por conocer dónde vivía su nuevo amigo y se esforzaba un montón para pronunciar Egipto.
En el quiosco del periódico he encontrado otras de esas historias que están despertando de la ignorancia a Álvaro (y a mí también). Marita la mariquita, El elefante gigante y El mono feliz que sale esta semana a robarle el show a Vicentino.
Por lo menos ya sé que salen a la venta todos los jueves, así que desde esta semana no me pierdo ninguno. No sólo tendré temas para charlar con mi enano, sino que además me refrescaré con nuevas historias, porque aunque muy popular la de Caperucita Roja, ya está bien rayadita y como que ya perdió su encanto al igual que La cenicienta.
Además, con estos relatos fácil que puedo darme una escapada de esa realidad que nos muestra fábulas con asquerosas enseñanzas. Una refrescante historia como la de Vicentino será mejor que prender el televisor para contemplar una salvajada más de nuestros otorongos. ¿No creen?