sábado, 1 de diciembre de 2007

Profesor 'cama adentro'

Estos últimos meses del año siempre terminan siendo intensos, sobretodo a la hora de hacer las tareas con mi retoño. Y es que parece que los profesores de ahora prefieren dejar sus obligaciones a los padres, quienes debemos estirar el tiempo como chicle para cumplir con el trabajo, las obligaciones y las mil tareas que dejan para la casa.
Cada tarde es un martirio, porque el poco tiempo que dispongo para pasar con mi hijo se va en hacer tareas. Por eso Álvaro me abre la puerta de la casa con rabia, pues sabe que papá llega sólo a ordenar y exigir que cumpla con el encarguito de la miss del aula de 5 años. Peleitas y juegos en el parque quedan de lado…
Lo peor que he experimentado es que no sólo hay que guiarlo a hacer las tareas, una tras otra, sino que además, debo enseñarle a leer y a escribir, porque “el niño mejorará su desempeño, si es que los padres se lo exigen en casa”. ¿Entonces para qué miércoles mando a mi hijo a un colegio particular?
Debo descontar todos los meses una buena tajada de mi sueldo para el colegio, pero que igual te obliga asumir un rol casi de maestro sustituto, porque las misses están empecinadas en dejar mil tareas para que resuelvan con sus padres con la paciencia y el tiempo que muy pocos disponemos. Grrrrs….

Absurda idea
Escuché hace poco a una profesora decir que es absurdo cargarlos de tareas que a la larga terminarán haciendo sus padres por no quedar mal con la maestra. Y razón no le falta. Las veces que no puedo ir a verlo, su mamá termina pintando, haciendo la caligrafía y recortando figuritas con algunos errores, para que la miss no se de cuenta…
Las cosas son claras, los profesores deben aprovechar el tiempo en el aula para hacer todas los ejercicios que sean necesario y llevar sólo a la casa algo para reforzar; pero no cargar a los padres, quienes en muchos casos terminamos enviando a los hijos donde un profesor particular, porque no queda otra.
La peor responsabilidad que he recibido este año es la de hacerlo leer a mi hijo, cuando creo que esa es obligación del profesor. En las vacaciones de medio año, la profesora lo mandó con unas fichas para que practicara con los papás sílabas que a penas conocía, pero querían que hiciéramos el milagro de que en un par de semanas los volvamos lectores de palabras simples.
Ahora cuando apenas quedan dos semanas para el final del año escolar, quieren que lean, escriban, sumen, resten, entre otras metas que creo que sí se pueden lograr con tiempo y verdadera dedicación a cada uno de los estudiantes. Álvaro, a sus seis años, está a punto de graduarse con toga y un birrete que con las justas le entrará en esa cabecita cargada de conocimientos de última hora.