sábado, 18 de agosto de 2007

Pequeños de plomo


Tener un juguete Fisher Price es un lujo. Álvaro ha pasado sus primeros años jugando con varios de estos juguetes (la mayoría de ellos regalados). Una que otra ocasión especial hice un esfuerzo por comprarle uno porque me parecían buenos hasta que hace unos días atrás leí que eran elaborados con productos tóxicos, tal cual como esos millones de juguetes mal hechos que se venden por montones en el mercado.
Me sentí burlado y lo primero que se me ocurrió pensar es cuánto daño le habrán hecho a mi hijo esos benditos juguetes que ingresaron con el fulminante plomo a casa, sin que alguien nos advirtiera del peligro. Hablan sólo de un lote, pero ¿será así? Yo la verdad que tengo mis dudas y por supuesto me las tendré que tragar, porque nadie me ayudará a resolverlas…
Si tanto peligro representan los juguetes de Fisher Price, te imaginas como será con aquellos juguetes que se venden por docenas en el mercado para rellenar piñatas y regalar en los cumpleaños. A propósito de eso ¿cuánto plomo habremos ingerido en nuestra chiquititud? En aquel entonces nadie se preocupaba por eso y bien lavaditos, los juguetes del mercado y de las tiendas de lujo terminaban siempre en nuestras bocas. ¿Seremos niños de plomo?

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